La carretera se llenó de agua. Tuvimos miedo. No podíamos parar ni seguir adelante. No se veía nada. Bajo el estrépito de la tormenta sólo se oía el latido inútil del limpiaparabrisas. Nos miramos a los ojos. Sentimos un golpe seco, extraño entre tanta humedad. De repente, todo olía a trigo. Estábamos salvados. Salvados por el accidente. El limpiaparabrisas siguió a su ritmo, segando el campo.
miércoles, 23 de mayo de 2007
LLUVIA Y COSECHA
La carretera se llenó de agua. Tuvimos miedo. No podíamos parar ni seguir adelante. No se veía nada. Bajo el estrépito de la tormenta sólo se oía el latido inútil del limpiaparabrisas. Nos miramos a los ojos. Sentimos un golpe seco, extraño entre tanta humedad. De repente, todo olía a trigo. Estábamos salvados. Salvados por el accidente. El limpiaparabrisas siguió a su ritmo, segando el campo.
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